La cantidad de residuos sólidos representa un problema a nivel mundial debido al crecimiento demográfico de la población y a los avances tecnológicos. El proceso de urbanización creciente orientado a la satisfacción de hábitos de consumo, muchas de las veces innecesarios, se han visto reflejados en el aumento de la cantidad de los residuos sólidos generados; además de representar un gasto social y económico para los gobiernos, teniendo un impacto ambiental en la población y repercutiendo en el medio ambiente. Aunado al paulatino incremento en la generación de residuos per cápita se encuentra el inadecuado manejo de los mismos, sobre todo en disposición final; los centros urbanos y localidades rurales tienen la capacidad de generar residuos mucho más elevada que la que tienen las instancias locales para gestionar de forma racional las cada día mayores cantidades de residuos generados por los consumidores, además de que esta responsabilidad municipal consume gran parte de los recursos económicos del que disponen los ayuntamientos; por ejemplo, 8 municipios de la región Valles invierten mensualmente alrededor de 2.34 millones de pesos para recolectar los residuos de sus habitantes.
En la región adscrita a JIMAV, se calcula que se generan cerca de 330 toneladas de residuos sólidos urbanos, cada día. No sólo no existe la infraestructura adecuada para el tratamiento de estos desechos, sino que incluso el servicio de recolección tiene poca cobertura y no se respetan determinados sitios para el depósito de la misma, por lo que proliferan los lugares donde la gente arroja sus propios residuos, e incluso sitios a cielo abierto que no cumplen la normatividad y que los mismos municipios acuden para depositar sus RSU. Por lo tanto, además de implementar programas para reducir la generación y aumentar el aprovechamiento de residuos para disminuir los costos, es muy importante realizar un manejo adecuado y contar con sitios de disposición final requeridos.